EL TALLER FRANCILIENSE 2021

La pandemia ha revelado y, a menudo, acelerado tendencias urbanas latentes. Los episodios sucesivos de confinamiento hicieron surgir nuestras necesidades de espacio y naturaleza, así como la importancia de nuestra salud física y mental. Al mismo tiempo, el miedo al contagio provocó nuestro desinterés por los lugares de concentración de personas y flujos (transporte público, calles concurridas, etc.) y puso de relieve los límites de la concentración de habitantes, de la densificación de la edificación y de la ubicación de los lugares de trabajo e intercambio casi exclusivamente en la gran ciudad o metrópoli.

El coste prohibitivamente alto de la vivienda en la Isla de Francia, sumado a su pequeño tamaño y, a veces, a la ausencia de espacios exteriores, hace que este territorio sea aún más restrictivo para las poblaciones más modestas.

Las nuevas condiciones de vida impuestas permitieron a algunos hogares cuestionar sus modos de vida impuestos y abrirse a nuevos horizontes: elegir su lugar de residencia y de trabajo, recuperar ritmos y espacios de vida más tranquilos, reapropiarse del recurso tiempo, cuidar de sí mismos y de sus seres queridos, disfrutar de pequeños placeres fácilmente accesibles… pero ¿esta elección está al alcance de todos?

Preguntas

En un momento en que la mayoría de los francilienses se declara dispuesta a mudarse a otra región, ¿sobre qué factores habría que actuar para que este territorio siga siendo atractivo y deseable?

¿Cómo hacer que la Isla de Francia sea más vivible asegurando nuevos co-beneficios para la salud y el medio ambiente?
¿Cómo hacer que este territorio sea más habitable mediante la incorporación de nuevos usos en el espacio público? ¿Qué evoluciones explorar en nuestros modos de habitar y trabajar?
¿Qué interacciones encontrar para hacer la vivienda más habitable y la ciudad más vivible?
¿Qué equipamientos y servicios podrían contribuir a que nuestro entorno de vida sea más deseable?

Las condiciones de esta convivencia son múltiples y mutables. El ecosistema urbano debe, al mismo tiempo, satisfacer las necesidades esenciales de todos sus ciudadanos (ciudad vivible), garantizar la calidad del entorno de vida (ciudad habitable) y responder a los deseos y aspiraciones de sus habitantes (ciudad deseable).

En este sentido, las “densidades intermedias” entre la ciudad histórica densa (con viviendas a veces demasiado pequeñas) y la ciudad suburbana de los Treinta Gloriosos (sinónimo de expansión urbana y dependencia del automóvil) constituyen un terreno de experimentación pertinente y representativo de la variedad de situaciones del territorio franciliense.

Los Ateliers francilienses han destacado, desde hace algunos años, la necesidad de repensar la vida en la metrópoli, especialmente mediante reflexiones sobre las zonas de actividad y los solares urbanos abandonados, sobre las dificultades para vivir digna y felizmente en las metrópolis, y sobre el tema de la vivienda alternativa en los márgenes rurales de la región de la Isla de Francia.
¿Qué alternativas se pueden proponer al modelo de densificación urbana sin promover, al mismo tiempo, una expansión urbana consumidora de tierras agrícolas?

Este taller se propone revisar las tendencias latentes aceleradas y reveladas por la pandemia: creciente interés por la salud y el bienestar, afirmación de la necesidad de contacto con la naturaleza, consideración y creación de nuevos usos de la ciudad y, finalmente, la evidencia de la inadecuación de la oferta de vivienda.

¿Cómo vuelve la ciudad a ser vivible, habitable y deseable?